Escenas Premonitorias
Cálido domingo de agosto, cuatro y media de la tarde. Dos sillones y una mesa. Mate y torta recién horneada. El abuelo todavía duerme.
Cálido domingo de agosto, cuatro y media de la tarde. Dos sillones y una mesa. Mate y torta recién horneada. El abuelo todavía duerme.
La nieta le dice a su abuela que se irá con un desconocido (morocho y pelilargo) al sur.
La abuela sabe que la plata que la nieta destinará para tal ingrato fin es de ella.
La abuela cobró una herencia y la repartió entre sus adorables nietos.
De fondo se escucha Mario Pereyra.
Abuela: ¿Cómo se llama el muchachito que te acompañará?.
Nieta: Pedro pero le dicen Martillo.
Abuela: ¿Y el apellido? ¿Alguna ascendencia italiana como nosotros?.
Nieta: Eh, eh...Kagavnietav.
Abuela: Pero eso es ruso, y sabés que los italianos nunca nos llevamos bien con los rusos.
Nieta: ...
Abuela: Porca miseria, pero que chinita eh, igual de peligrosa que la madre. ¿Tantas ganas de renegar tenés?. Quedate en Córdoba nena, la nona te lleva al Fantasio. Con esa plata te compro un pasaje a Roma o al Piamonte. Qué vas a ir al sur a recantarte de frío. Me da magún de sólo creármelo.
Cinco meses después, las premoniciones de la abuela se cumplen:
Por las noches el frío hela los pies de la nieta, que no puede pegar un ojo porque los hippies de la carpa vecina cantan Y rasguña las piedras al ritmo de guitarra, fuego y unas plantitas que encontraron por ahí. Kagavnietav está tocando la guitarra junto a ellos. Del corazoncito cansado de la nieta brotan insultos: “Pero que lindo sería estar durmiendo en casa sin escuchar a estos hippies fumancheros”.
Continúa la abuela: ¿Que no van a ir en colectivo? Los jóvenes de hoy buscan el peligro. Páguense un pasaje como la gente. Qué vergüenza, cómo si uno no tuviera. Crotos, eso va a pensar la gente”.
Nieta: No es sólo por la plata, abuela. Martillo dice que hay una historia detrás de cada ser que te levanta.
Abuela: Esos seres te van a matar, querida, si tenés suerte y no te hacen otras cosas piores.
Las premoniciones de la abuela siguen cumpliéndose, aunque no tan drásticas.
Hace más de dos horas que la nieta camina en subida con 20 kilos de mochila a cuestas. Ella lleva la carpa y el calentador. Kagavnietav sólo la guitarra. La nieta piensa: “Podría estar tomando mates con edulcorante, lavaditos, de la abuela”. Pasa una cuatro por cuatro a toda velocidad, habitada únicamente por su engominado conductor. La nieta se altera: “Ah, vos porque tenés aire acondicionado en el auto, puto de mierrrrda”. Continúan una serie de inofensivas y reconfortantes putiadas mentales. Piedras no, es anti ético.
Sigue la abuela: Decime una cosa nena, a ustedes les gusta renegar, ¿por qué van con la plata tan justa?, ¿y si les roban?.
Nieta: ¿Podés ser un poquito más aguafiestas?. No me van a robar, tocá madera che. Si tengo esa mala suerte me lo merezco por fucking burguesa.
Abuela: ¿Fucking qué?. Ma va, ma va.
Las premoniciones otra vez se cumplen. Te afanan hasta el último centavo. La nieta chilla: “¡quiero a mi mamá!, o cien pesos, al menos”.
Abuela: ¿Que 700 pesos?. Con esa plata no les va a alcanzar ni para comer todos los días.
Nieta: El presupuesto está calculado con exactitud. Martillo tiene mucha experiencia en todo tipo de viajes.
Las premoniciones de la abuela son certeras. Fideos con tomate pisado, arroz con tomate pisado, polenta con tomate pisado. La nieta piensa mientras se le hace agua a la boca: “Ay como no comer ese pebete, esa torta, aunque sea un tatín blanco o un alfajor de micro con frutas...como no comer los ravioles de la abuela”.
Abuela: Ni se les ocurra tomar agua de la canilla, que se van a pasar las vacaciones en terapia intensiva, les digo. Yo no tengo ochenta años al cuete.
La abuela tiene (medianamente) razón. Luego del décimo ingreso en el sanitario con aroma portuario, la nieta maldice a medida que sostiene la cortina cubierta de moho que protege a medias su cuerpo en pleno desahogo. Termina internada...en el baño.
Abuela: Qué ganas de renegar, mejor duerman en un hotel.
Nieta: No me jodas más. Es una decisión. Me quiero ir a la mierda. Uf, lo dije, que liberación de tensión.
Abuela: Estuve pensando. La plata de la herencia la voy a donar a las Monjas Esclavas de la Misericordia.
Pensamiento de la nieta: Uy. Me cagó.
Abuela: ¿Y ahora qué me decís, chinita?
Nieta: ¡Martillo sabe hacer collarcitos!
Abuela: ....
Nieta: Te prometo que de acá a diciembre te llevo todos los domingos al cementerio.
Final Feliz. Nieta y abuela se abrazan mientras comen torta y cantan un tema de Nino Bravo. El abuelo se despierta y grita: “Vieja bañame”. La abuela mira a la nieta y le guiña un ojo. La nieta va a buscar una palangana desteñida.
De fondo se escucha Mario Pereyra.
Abuela: ¿Cómo se llama el muchachito que te acompañará?.
Nieta: Pedro pero le dicen Martillo.
Abuela: ¿Y el apellido? ¿Alguna ascendencia italiana como nosotros?.
Nieta: Eh, eh...Kagavnietav.
Abuela: Pero eso es ruso, y sabés que los italianos nunca nos llevamos bien con los rusos.
Nieta: ...
Abuela: Porca miseria, pero que chinita eh, igual de peligrosa que la madre. ¿Tantas ganas de renegar tenés?. Quedate en Córdoba nena, la nona te lleva al Fantasio. Con esa plata te compro un pasaje a Roma o al Piamonte. Qué vas a ir al sur a recantarte de frío. Me da magún de sólo creármelo.
Cinco meses después, las premoniciones de la abuela se cumplen:
Por las noches el frío hela los pies de la nieta, que no puede pegar un ojo porque los hippies de la carpa vecina cantan Y rasguña las piedras al ritmo de guitarra, fuego y unas plantitas que encontraron por ahí. Kagavnietav está tocando la guitarra junto a ellos. Del corazoncito cansado de la nieta brotan insultos: “Pero que lindo sería estar durmiendo en casa sin escuchar a estos hippies fumancheros”.
Continúa la abuela: ¿Que no van a ir en colectivo? Los jóvenes de hoy buscan el peligro. Páguense un pasaje como la gente. Qué vergüenza, cómo si uno no tuviera. Crotos, eso va a pensar la gente”.
Nieta: No es sólo por la plata, abuela. Martillo dice que hay una historia detrás de cada ser que te levanta.
Abuela: Esos seres te van a matar, querida, si tenés suerte y no te hacen otras cosas piores.
Las premoniciones de la abuela siguen cumpliéndose, aunque no tan drásticas.
Hace más de dos horas que la nieta camina en subida con 20 kilos de mochila a cuestas. Ella lleva la carpa y el calentador. Kagavnietav sólo la guitarra. La nieta piensa: “Podría estar tomando mates con edulcorante, lavaditos, de la abuela”. Pasa una cuatro por cuatro a toda velocidad, habitada únicamente por su engominado conductor. La nieta se altera: “Ah, vos porque tenés aire acondicionado en el auto, puto de mierrrrda”. Continúan una serie de inofensivas y reconfortantes putiadas mentales. Piedras no, es anti ético.
Sigue la abuela: Decime una cosa nena, a ustedes les gusta renegar, ¿por qué van con la plata tan justa?, ¿y si les roban?.
Nieta: ¿Podés ser un poquito más aguafiestas?. No me van a robar, tocá madera che. Si tengo esa mala suerte me lo merezco por fucking burguesa.
Abuela: ¿Fucking qué?. Ma va, ma va.
Las premoniciones otra vez se cumplen. Te afanan hasta el último centavo. La nieta chilla: “¡quiero a mi mamá!, o cien pesos, al menos”.
Abuela: ¿Que 700 pesos?. Con esa plata no les va a alcanzar ni para comer todos los días.
Nieta: El presupuesto está calculado con exactitud. Martillo tiene mucha experiencia en todo tipo de viajes.
Las premoniciones de la abuela son certeras. Fideos con tomate pisado, arroz con tomate pisado, polenta con tomate pisado. La nieta piensa mientras se le hace agua a la boca: “Ay como no comer ese pebete, esa torta, aunque sea un tatín blanco o un alfajor de micro con frutas...como no comer los ravioles de la abuela”.
Abuela: Ni se les ocurra tomar agua de la canilla, que se van a pasar las vacaciones en terapia intensiva, les digo. Yo no tengo ochenta años al cuete.
La abuela tiene (medianamente) razón. Luego del décimo ingreso en el sanitario con aroma portuario, la nieta maldice a medida que sostiene la cortina cubierta de moho que protege a medias su cuerpo en pleno desahogo. Termina internada...en el baño.
Abuela: Qué ganas de renegar, mejor duerman en un hotel.
Nieta: No me jodas más. Es una decisión. Me quiero ir a la mierda. Uf, lo dije, que liberación de tensión.
Abuela: Estuve pensando. La plata de la herencia la voy a donar a las Monjas Esclavas de la Misericordia.
Pensamiento de la nieta: Uy. Me cagó.
Abuela: ¿Y ahora qué me decís, chinita?
Nieta: ¡Martillo sabe hacer collarcitos!
Abuela: ....
Nieta: Te prometo que de acá a diciembre te llevo todos los domingos al cementerio.
Final Feliz. Nieta y abuela se abrazan mientras comen torta y cantan un tema de Nino Bravo. El abuelo se despierta y grita: “Vieja bañame”. La abuela mira a la nieta y le guiña un ojo. La nieta va a buscar una palangana desteñida.
1 Comments:
y diez pesos para golosinas, o cincuenta para remedios, o para que llames por telefono
igual las amamos mucho a las abuelas
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