Soy una adicta a ti
Acabo de apagar el televisor tras un esfuerzo colosal. Como dejar de beber cuando uno ha llegado al punto de ver interesante al más idiota, o como dejar de mojar al perro con la manguera cuando más tiene la cola entre las patas. Miraba Gran Hermano. Quizá porque lo pequeño te hace grande debieron ponerle Big Borther (y si no miren Pequeña Miss Sunshine, que es una pequeña gran obra).
Soy consciente de que el programa es pésimo y hasta tengo vergüenza de ver lo que veo: gente llorando desconsolada porque se fue Agustín, ¿quién carajo es Agustín?, gente que llora, mucho, con expresión de “ohh, madre, ¿por qué tienes ese maldito cáncer en tu fémur izquierdo?”, a su vez el de ojos gigantes azules le dice a Osito: respirá, o al revés, Osito le dice al de ojos azules, respirá, porque llora desconsolado, y yo veo esa mierda, y ustedes también la ven, o muchos. No podemos ser tan hipócritas de echarle la culpa de todo a Tinelli. Ocurre que cada día ando más adicta a la tecnología. Eso me da bronca, pero no significa que la adicción se detenga. Me da culpa como cuando alguien siente culpa por comer chocolates. Pero la adicción aumenta al ritmo de la culpa. Se te hace una enfermedad, loco, nacimos con el ring, yo ya no puedo escribir a mano, me agota, digo, aprovechemos las cosas piolas de la tecnología, pero qué carajo aprendo viendo a unos boludos sin vida decir que Marx fue el materialista más grande de todos los tiempos. Llego y prendo el televisor, me levanto y prendo la radio, me acuesto y recién ahí apago la computadora. La recontra re mil puta madre. Y me acuerdo del hermoso Daniel Brull en Los Edukadores, cuando le dice a Julia: las personas ven cuatro horas de televisión por día, cuatro horas. Si Daniel me lo preguntara en la cara le diría que no tengo tele, pero creo que cuatro no miro pero sí una y media, más una de internet, mas mensajitos y compu, la puta, cuatro horas. A veces miro televisión y digo: ¿qué carajo aprendí?. Ni una receta para hacer sconnes, todo quilombo amoroso. El otro día, en Para Siempre, una pelotuda dice que se peleó con el pibe con el que formó pareja porque lo que él hizo es asqueroso, espantoso, que le da vergüenza, que es lo más bajo, que ella tiene principios. Al rato cuenta: en la billetera le encontró cocaína. La tele es cualquiera, es lo más patético del mundo acusar a alguien en público de cuestiones tan íntimas y delicadas, ¿quién sos?. Y el pibe se definde: era bicarbonato de sodio, para despues cambiar de argumento: se la guardaba a un amigo. Después entro en Internet y veo que lo más terrible es que Britney se rapo, y lo peor, yo quiero ver una foto para ver como quedo, y ya ni es tan linda, mejor. Así, poco a poco pero sin interrupciones, aprendo que drogarse es malo, que tatuarse es de drogadicto y que raparse es de enfermo, que Tinelli no tiene la culpa de nada.