Monday, October 30, 2006

Si por esas cosas me pasaras a buscar por mi departamento de Vélez Sarfield, te cedería mi consciente para que poseas mi cuerpo y mi ser, por el tiempo que desees. Te entregaría mi ley, la moral de mi sociedad. Al rato estaríamos danzando entre sábanas arrugadas, besando la libertad, acariciando los caminos anti éticos que vos propongas, tocando el límite que las buenas costumbres de nuestra sociedad nos impone. Más tarde, ¿cinco minutos?, ¿dos horas?, ¿veinte segundos?, te agradecería el inmenso placer que tu don liberador me genera, tus sesiones de psicoanálisis gratuito, nuestro encuentro de diario amor. Al final me sonrojaría por tu única regla, que es no tener reglas, por los caminos por los que me llevaste, por tu extraña relación con el tiempo, los lugares, los recuerdos y los instintos. Me sonrojaría porque sentiría que esa persona que estuvo con vos, no soy yo. Me sonrojaría por saber que yo hice cosas que no haría. Si por esas cosas me dejases reposar en tu inmensidad acorpórea, sé donde empezaría, pero jamás cómo terminaría. Si me dejases mecerme en tu casta belleza, en la magia de tu espíritu, en el laberinto de tus rutas, si supieras que sin vos me espera la muerte, quizá me buscarías.
Nuestros encuentros son mi libertad. Quiero que me lleves de Jerusalén a Pekín en un abrir y cerrar de ojos, que me dejes en paz con tus fórmulas matemáticas, con tus persecuciones, con los recuerdos del pasado, quiero que me hables del amor, de aromas, de viajes, de invisibilidades, como aquellas veces en que juntos volamos. Te exijo que me raptes, que me cantes y me dejes inventar mis realidades inimputables. La sociedad no puede domar mi pensamiento. Te insto a que desdibujes las sombras que debajo de mis pupilas un desvelo noctámbulo tiñe, te insto a que nos encontremos sin necesidad de recetas médicas, ni de yerbas. Pero cuánto necesito hoy reunirme con vos, y que hagamos nuestro amor. Pero cuánto necesito hoy dormir apoyada en el pecho de una mamá, como una nenita recién nacida, y decirle hasta siempre, comandante, a este bendito insomnio de mierda.

Thursday, October 26, 2006

Es verdad, yo hablaba con un salteñito en el colectivo, pero todo el tiempo pensaba en vos y en nuestro encuentro, tenía miedo, nervios, obsesión por verte, no me juzgues por hablar con un muchacho lindo, che, necesitaba distraerme, sacarte de mi mente, faltan cinco minutos, cuatro, dos...El andén siete. Pensaba en letras de Baglieto, escribía el diario en el que tiempo después dejaste dibujado un ¿a dónde vamos, corazón de cristal?, uy, estamos llegando, ¿se habrá dejado la barba?, ¿cómo era exactamente su cara?, ese lunar, en medio del labio, ¿le doy un abrazo?, ¿cuánto falta para que llegue el colectivo? ¿un beso? Ay que mierda hago acá, porque soy tan impulsiva, si no lo conozco y voy a pasar varios meses con él, si lo ví cuatro perros días en mi vida, pero qué días, imposibles, alucinantes, ¿y si es un boludo?, ¿y si nos enamoramos?, ¿y si no nos enamoramos?, ¿y si es un amargo?¿y si se enamora de una tarada?. Por esos días yo estaba exultante de felicidad. Tenía puesto un pantalón amarillo, un chiripa, que le había comprado a una muchacha en Amaycha, una musculosa negra, mis chancletas de “guerra”, de caminata, baratas y truchas, pero cuánto las quería, mi pelo suelto, al hombro, algún arete, mi mochila Esmeralda, ¿vos?, no tengo idea, sé que cuando me bajé de ese colectivo se me salía el corazón de los nervios, no te encontré en el andén 7, alguien me tocó la espalda, eras vos, negrito, me di vuelta y no me acuerdo de nada, los nervios, alguien habló, alguien le dio un beso a alguien, sé que te vi y pensé lo que siempre pienso cuando te veo, qué lindo es, y luego de acordarme lo lindo y alto que eras, nos dimos un modesto beso en la mejilla, yo quería abrazarte, decirte que te amaba, pero cómo iba a amarte, si ni siquiera te conocía, de pedo sabía tu nombre, se me salía el alma de adentro, ya sabés que me gustan los abrazos, me diste un beso en la mejilla, no sé si la izquierda o la derecha, y nos fuimos a comer varios panchos y nos tomamos una cerveza, con Agustín, tu amigo que nos acompañó hasta Iruya, un amor de persona, y me mostraste tu cámara de fotos, y yo te dije que vos ibas a ser fotógrafo, un gran fotógrafo. ¿Qué de qué hablamos esa noche? Ni idea. Del viaje, de tus ex viajes, de Wendy, de tus hermanas, de Uruguay, yo le tenía celos a Mer, no sé, es difuso, sé que comimos biscochos, que me di cuenta que hablabas muy rápido y tu voz no me gustaba, tomamos mate en tu diminuta tacita y en tu termo de medio litro, fuimos a la plaza de San Salvador de Jujuy, nos sentamos en un banco, yo canté algún tango, Agustín me preguntó si estaba disfónica pero yo le dije que mi voz era así, medio gastada, varias horas después nos fuimos a dormir a la pieza del hospedaje de Antonio, y parecía que habían pasado días, que ya todo era como nunca había sido porque no había tenido la oportunidad de ser, pero cómo sería, y en la pieza había una cucheta, yo me acosté arriba, vos abajo, vos esperabas que yo me baje, yo que subas. Ya iba a haber tiempo para todo y más, para cantar, mirarnos de cerca, para tocar la guitarra, para empezar las palabras durante una tarde con la misma letra, ahora con p, luego con b larga, para pelearnos mal, para tomar mate cocido, para que te des cuenta que soy una histérica y tengo un carácter de mierda, para darte un beso de tristeza en medio de la mina, para llorar porque te me ibas, dos meses después, en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, me compraste esos aritos con una semilla roja de despedida, te largaste a llorar, si yo no pude, pero cuando te fuiste miré una película e inundé el cuarto, al otro día llamé a casa y se había muerto mi abuelo, era un día triste para todos, pero para mí porque vos te me habías ido, porque me habías dejado sola, pero yo ya iba a construir un nuevo viaje desde mi soledad. Parecía que esos dos meses habían sido una vida. Los más lindos de mi vida.

Wednesday, October 25, 2006

Si no fuera tan contradictoria
Tanta audiovisión,
Mientras critica en un discurso la diaria pavada

Si no fuera tan contradictoria
Tanto mirar con pupilas entreabiertas
Con aires de evaluación
De soberbia,
Para amenguar la vergüenza propia por ciertas dependencias

Si no fuera tan contradictoria
Tanta pena por el mundo y tanta pereza por cambiarlo
Tanta profunda tristeza y tanta apatía por el rededor
Tanta libertad vociferada y tanta autocensura de pensamiento
Tan vacua
Tan fingida, posada, estereotipada
Tan presa de aquello que aborrece, pero necesita
El reconocimiento
La aceptación

Si fuera...
Tanto menos de disfraz y un cacho de verdad

Si estuviera...
Desnuda de ropas y de pensamiento, sin sábanas ni palabras
Ella sería más ella
Y la amaría más, si alguien puede amar más de lo que yo la amo a ella

Si cambiara hoy...
Pero siempre es mañana,
Y siempre es ella

Si no tuviese miedo a ser quién es
Si no envolviese sus fracasos en paños de seda francesa
Si fuese más auténtica
Si se animara a aceptar aquello que sueña, aunque los sueños duelan
Yo la amaría más, si alguien puede amar más de lo que yo la amo a ella

Si sus aires de transgresión no fueran (a)condicionados
Si no trascurriera en el mundo de la artificialidad
Si ella misma reconociera que ha sido programada
Que funciona dentro de una máquina que reproduce seres estúpidos

Si ella misma supiera que es un ave
En una jaulita de cristal
Que las paredes están, pero no las ve
Si admitiera cuán limitada es
Quizá la amaría, más

Un murciélago que frena antes de chocar su cuerpito contra la pared
Un ser que teme perder

Si no fuese presa de una puta moralidad que ella misma ataca mientras acata
Si no se lastimara tanto
Si pensase un poco menos en sí misma
Quizá la amaría, más

La divinidad no existe, nena, pero cuánto te importás

Si no fuera tan contradictoria
Tan pop com
Quizá la amaría, más

¿Qué quién es?
Si ni siquiera se anima a preguntárselo
Si ni siquiera se anima a pensar lo que no piensa y a repensar lo que piensa

Quizá ser libre sea librarse de uno mismo
Quizá ser libre sea dejarse de mirarse a uno mismo
Quizá ser libre sea bancarse lo que uno es, en alma y en cuerpo
Ella sabe que para romper la jaula hay que golpearse muy fuerte
Que librarse de sí misma tiene un precio
Que nada es gratis
Que todavía no está preparada para dar un nuevo nacimiento
Una flor que crezca a pesar de la aridez del suelo
Un árbol que de frutos en medio de los hielos
Aún se niega a cambiar, para dejar atrás el peor fracaso de su vida, que quizá sea una parte de ella misma

Pero cuánto la amaría si ella se amase a sí misma un cacho menos
Pero cuánto sentido le encontraría a mi vida si me odiase menos de tanto amarme

Monday, October 23, 2006

Bolivia, Copacabana
EL TITICACA NO ES NINGUNA CACA
Frío, mucho frío. Altura que apuna. Aguda religiosidad. Hotel modesto, de esos que se inundan cuando llueve, y los baños son comunitarios. Benditos quienes los estrenan a primera hora del día. A pesar de todo, ni el frío, ni la altura, ni el hotel impregnado de aroma a sanitario, empañaron ni un cachito la feliz visita. La hermosura de Copacabana radica en el lago azul que costea la ciudad, el mismo que aloja decenas de coloridas embarcaciones; en esas dos montañas que al mejor estilo postal te reciben cuando llegás; en las calles principales, amplias y empedradas; en sus orquestales amaneceres y atardeceres. Pero, sobre todo, el encantamiento de Copa radica en la energía que se vive en el aire, se respira y se trasmite de viajero a viajero, de poro en poro, de alma en alma.
Copacabana, radiante por sí sola, es garante de estados felices y experiencias conmovedoras. Allí convergen viajeros de todo el mundo, quienes recogen el agua que según ellos es sagrada, para luego repartirla en la tierra propia, de la que el propio jamás será profeta.
Un lago que parece mar, el más alto del mundo, ni más ni menos que 4000 mil metros. Un horizonte intrazable, una costa llena de piedras y de barquitos que aparentan dibujados, un óleo, pero esta vez, en vivo y en directo.
La iglesia, estrictamente blanca, es escenario de pobres que piden limosna a los extranjeros, los mismos mendigos que ruegan la bendición al sacerdote del lugar. Es la casa del señor, donde el agua bendita se vende a “dos bolivianitos o más, dependiendo el tamaño de la botella”. Muchas personas viajan a Copa para bendecir sus autos, en el afán de asegurar su protección durante un año. A los colectivos también se les realiza el ritual que incluye cientos de flores, agua sagrada, y unos banderines que indican en letras doradas o plateadas: “Bendecido en Copacabana”.
Mundo Cholas
Con sus contornos inmensos, sus trastes eternos, sus trenzas guerreras, sus pieles curtidas de tanto trabajo digno, sus sonrisas doradas, las cholas sustentan familias enteras. Las “jefas de hogar” de Bolivia destinan días enteros al trabajo, para proveer de alimento a sus hijos. Y así copan los mercados de Copa, vendiendo desde verdurita hasta ropa, licuados, desodorantes, alfileres...y a uno siempre le parece que en esos lugares siempre se ofrece más de lo que se demanda.
En Copacabana el culto a la tierra coexiste con el cristianismo. “Chayar la tierra” es arrojarle a la pachamama una pequeña porción de lo que uno consume en agradecimiento a su generosidad, a su sabia provisión del alimento. Esa ofrenda convive con la exitosa imposición española.
Si la vida no alcanza para recorrer el mundo entero, no dejes para el final Copacabana. Yo te avisé: te vas a arrepentir.

Friday, October 20, 2006

a los panchos a los panchos
un pesito los panchos
a los panchos panchetes
al que hinche las pelotas le tiro un zoquete
o un panqueque
ete
vete
peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
te
los quiero

Thursday, October 19, 2006

Las persianas del dolor
Positivo. Positivo. Positivo. Sin embargo, la noticia era negativa. El fin del mundo. Para La Caro, de quince años.
Hacía dos meses que la sangre de tu sangre no drenaba por tu cuerpo de niña púber.
Caro, Carito, la nena, la chiquita, esta vez, mujer. Como siempre, estabas sola.
Tus ojos negros, fuertes, esta vez, vidriosos, débiles. Tu mente, nublada. Tu pecho, tomado.
Te fuiste con la noticia entre tus dedos flacos, Carito, con tu análisis de madre entre tus manos. Lo tiraste. Lo rompiste en mil.
Llegaste, por fin, a la casa del padre de la criatura.
Te putió. Te trató de perra, tramposa, inmunda. Mandó a tu madre a parir, tantas veces.
“La puta que te parió. Seguro es de otro chabón”.
Tu vientre, delgado, esta vez, preñado. Tus pensamientos raptados. Tu garganta anudada. Tu corazón latía fuerte. Taquicardia emocional.
Caro, Carito, nena de piel morena, ojos oscuros, inmensos y expresivos, niña de pelo azabache, abundante y cortajeado, muchacha de senos pequeños y silueta frágil, ay, Carito, si todavía sos tan chiquita. Te tragaste tus propias lágrimas. Te cagaste en aquel día.

Me quiero matar ahora qué hago por qué yo si yo tomé las pastillas seguro eran truchazas si puedo volver atrás diosito te juro que no me dejo tocar ni un pelo la vieja tiene razón dios nos castiga siempre este dios de mierda le dije de mierda ahora se va a enojar más sacámelo si sos bueno vos la vieja no me puede ayudar el Carlo que se borró la patrona seguro me hecha no te puedo dar nada mejor no hago nada se me va a ir si salto corro trabajo limpio las escaleras que son larguísimas de la patrona ahí no hago cosas malas por qué si nosotros tomamos las pastillas con el Carlo una yo una él una yo una él y así hasta que se termine el mes.

Mientras caminabas, perdida, entre las calles de tierra, mil ideas chillaban en tu cabeza. El polvillo golpeaba tu piel áspera.
De pronto, la viste. Era La Juana. Te detuviste.
“¿Cuánto me va a costar?”, “Diez mangos”.
Si ni siquiera tenías esos diez pesos, pero juraste y perjuraste que en la semana los pagarías.
La Juana arrancó el perejil del patio. Te pidió que te bajaras la bombacha. Al rato, sangraste.
“Si tenés fiebre, pégame un grito”, te dijo.
A la noche volaste. Fiebre. Delirio. Miedo. Arcadas. Sangre, demasiada.
Hemorragia. Coágulos de dolor.
Gritaste, pero la Juana no pudo, esta vez, ayudarte.
A la mañana siguiente tu mamá te llevó al dispensario. Tu cuerpo empapado de rojo. Tus piernas bañadas en sangre. Alucinabas.

Tu resultado, Carito, esta vez fue diferente. Negativo. Negativo. Negativo.
Tu bebé drenó entre la sangre de tu sangre.
Y vos, la niña de los enormes ojos negros, esta vez cerraste tus persianas de dolor...y vos, Carito, hasta la eternidad le deberás esos diez pesos a La Juana.

Monday, October 16, 2006

Encontré estas líneas que responden grandes interrogantes como la existencia de Dios, el origen de la creación, la vida después de la muerte, si hay vida en otros planetas y por qué Alejandra Pradón da tanta pena. Uy, pero no las entiendo. ¿Alguien me ayuda?
Guachi lori seri cori
Seri cori lari coi
Guachi lori seri cori
Seri cori lari coi
Abfgodot espetein feor te rechetein
Palala sortelon ull melteina
Abfgodot espetein feor te rechetein
Lala al al lele janjan dradra eses unun aa popo brebre mimi nana
Palala sortelon ull melteina
Elel papa dede criscris toto nono exex isis tete
Guahi Loht
Guahi Loht
Marmar tete eses tata lle lle nono dede hihi josjos dede pupu tata
Coco momo lala tietie rrarra
Guachi lori seri cori
Palala sortelon ull melteina
Le ferneteit
Lala gengen tete sese muemue rere porpor queque elel munmun dodo serser iaia unun quiqui lomlom bobo sisi nana diedie fifi nini quiqui tata riaria
Anan dada aa lala pupu tata queque tete parpar ioio
Pepe lolo tutu dodo

Saturday, October 14, 2006

Gillespi, ningún gil
En sus tiempos Texisteros, cuando participaba de la entrañable Textual del entrañable Adolfo, escribía una columna semanal. Aquí rescato unos fragmentos sobre viajes de su "Te Tienta".
Por Gillespi
El otro día leía una encuesta realizada a 700 choferes de camiones que revelaba que casi el 50% de los camioneros sufre de somnolencia al volante. Sin tratar de alarmar a los automovilistas, sólo diré que de cada dos camiones que uno cruza en la ruta, uno va conducido por una persona dormida o en estado zombie.
Las técnicas empleadas por los choferes son de lo más variadas: bajar las ventanillas para que entre aire fresco, encender un cigarrillo, cantar o mojarse la cara. Si no da resultado, muchos choferes pasan a otras instancias un poco más efectivas, tales como vaciarse el matafuegos adentro de la remera, pegarse con el palo de las gomas en la entrepierna o rociarse con gasoil y prenderse fuego.
Las rutas argentinas también tienen su culpa (...). La máxima es una recta entre Choele Choel y el río Colorado, por la ruta 22, que tiene como 150 Km. (sííí...de recta!!!!!). Así hay camioneros que fijan el volante con unos topes de hierro y aprovechan para dormir tres horitas durante ese trayecto.
Van aquí algunos consejitos básicos para no dormirse mientras maneja:
1. Evite escuchar el último disco de Ricardo Montaner.
2. Lleve un termo con café. Si no resulta, pruebe con una jeringa con café.
3. Trate de viajar acompañado, procure que sea alguien del sexo opuesto , y de ser posible, que no sea su esposa (eso lo tendrá entretenido).
4.Haga pequeños descansos al costado de la ruta (con sólo dos paradas de cuatro horas cada una se sentirá como nuevo).
5. Mantenta siempre el cinturón puesto (está permitido abrirlo sólo en caso de que suba alguna trabajadora de la ruta).
6. No trabaje bajo presión de horarios (usted puede decirle al patrón que no llegará a destino cuando tenga que ser, digamos entre el lunes y el sábado, aproximadamente).
7. Prenda de vez en cuando el aire acondicionado. El frío es muy efectivo para combatir la somnolencia. (En el caso de camiones antiguos la falta de aire acondicionado se puede reemplar por bolsas de rolitos desparramados por el piso del vehículo).
8. Si una vez agotados los consejos anteriores el sueño persiste, cierre los ojos, relájese, apunte el camión hacia el lugar más descampado y déjelo rodar hasta que se termine el combustible o la empalizada de una estancia lo detenga. Feliz viaje.

Wednesday, October 11, 2006

A rodar mi vida
Volvemos a los viajes, carajo. Una breve crónica de nuestra ida en camión a Ushuaia. Seba Gualda, no me hagas juicio por publicarla en mi blog sin tu aprobación.

26/12/05. La periodista y el fotógrafo parten en ferrocarril desde Constitución. Por la noche dormitan con desconfianza de hembra, pues el tren está superpoblado. Antes de que amanezca dos jóvenes son arrojados en medio de la nada, acusados de hurto. La Nikon digital sigue en su lugar, ergo, los profesionales de Rutas de Polenta no han sido víctimas del asalto. Luego de doce horas de viaje arriban a Bahía Blanca, habiendo abonado un ticket de 14 pesos cada uno. Ya en Bahía, 700 Km. al sur de Buenos Aires, los profesionales caminan hasta Vyeites y Sarmiento para coger el colectivo 519 que los lleva a la estación de servicio del Cholo, quién penosamente tiempo antes falleció. Allí conocen a un mochilero cordobés llamado Tristán y por primera vez se sienten “como en casa” al hablar el idioma local. Ejercen lobby para conseguir transporte gratis. Luego de un hora de persuasión, consiguen que una camioneta los lleve 200 Km. Así se despiden de la provincia de Buenos Aires para pisar suelo rionegrino. En ese momento un monstruo rodante frena.
Mozo, una BIRRA
Cristian tiene 34 años y maneja el monstruo rodante. El hombre, extrovertido y verborrágico, ha aprendido el oficio de su padre e hizo su viaje iniciático cuando púber. Paradójicamente se define pésimo manejando autos. Gana un sueldo digno pero la tarea a veces le exige manejar más de 18 horas. Un camionero que conduce menos de quince horas diarias no recorre los kilómetros necesarios para tener un ingreso sólido. Generalmente cobran por viajes. Cristian traslada encomiendas desde Capital Federal hasta Comodoro Rivadavia. Su fórmula para soportar tantas horas arriba del camión es mascar coca y beber cerveza. Una fórmula temeraria.
Cuando era un joven de 20 años, noviaba con una buena moza de sólo 14 años que hoy es su esposa, quién solía tildarlo de haragán porque al regresar de sus viajes no quería acompañarla en las salidas. Para demostrarle que no era ocioso, la llevó a pasear tres días arriba del camión, exigiéndole dormir las mismas pocas horas y una continua cebada de mates. La nena volvió con la cola chata y ojeras malva, que le enseñaron que el oficio del camión no es tan piola como parece. Cristian carga a eso de las 15 horas a los profesionales de Rutas de Polenta, que cinco horas después deciden despedírsele. El código viajero indica que los levantados debieran quedarse junto al camionero en las buenas y en las malas, pero los profesionales deciden priorizar sus vidas. Ambos advierten que la situación etílica del conductor es comprometida. El camionero repite unas quince veces las mismas cosas. La última vez que los cronistas lo ven está bebiendo cerveza. Duermen en una estación de servicio. Al otro u
n hombre baja apurado de su camión, se dirige al sanitario pero mientras corre ve como su vehículo retrocede, vuelve a paso veloz, pone el freno de mano desde la ventana entreabierta y regresa al baño con las nalgas hacia adentro y conteniendo el aire. La periodista y el fotógrafo se dirigen a la ruta con risa interna por el incidente del camionero “desecho flojo”. A los pocos segundos de hacer dedo un camionazo frena. Corren con sus bolsos y el camión acelera. Corren otra vez. Frena. El playboy de los camioneros sureños, preguntan: “¿a dónde van?”. “¿Vos?”. “A Ushuaia”. “Qué casualidad, nosotros también”. El muchacho de treinta años, ojos aturquesados, pelo lacio y largo, reflejos rubios, piercing en la ceja y afición a usar remeras flúor, adora la cumbia, mucho, demasiado, tortuosamente. Cuando no es cumbia son temas melosos. Su preferido es Nino Bravo.
Jorge viaja varias veces al mes a Ushuaia. Apenas descansa en su casa un día y vuelve a salir. A su familia la lleva en fotos. No toma una gota de alcohol.
La primer noche la periodista y el fotógrafo instalan su carpa al costado de la ruta, resguardados por el camión. Frenan en pleno descampado de la provincia de Santa Cruz. La periodista teme. El fotógrafo luego le confesará que ha dormido con un cuchillo entre sus manos. Ella piensa que un feroz animal los atacará, tal vez el camionero sea un asesino. El viento hace ruido y ella lo atribuye a algún fraticida que nunca se presentará. El día viernes amanecen con cuatro horas de descanso encima, tras una jornada en la que Jorge manejó más de 18 horas. Atraviesan la fea Río Gallegos, cruzan frontera y pasan a territorio chileno. Los tres contemplan desde la cabina del camión un atardecer maravilloso con Rodrigo de fondo. Descansan a pocos metros del Estrecho de Magallanes. El viento amenaza con volar la carpa. A eso de las 7 de la mañana escuchan camiones. De repente una voz gringa grita: “amigos, el ferry parte en un minuto”. He aquí la desesperación: los cronistas se quedarán sin transporte el día en que cambia el año y no tienen los documentos, pues están en manos de Jorge debido a que el día anterior cruzaron frontera. En menos de un minuto tienen la carpa y las mochilas en mano, corren hasta la barcaza, se cierran las puertas y el viento polar los despierta. Van hacia Jorge y le preguntan por qué no los ha despertado. Él dice que también se quedó dormido, tocó bocina y no lo oyeron. Los profesionales sospechan un intento de abandono. A las ocho de la noche del 31 de diciembre llegan a Ushuaia. Festejan el año nuevo lejos de Jorge, porque él se reunirá con sus colegas. Antes de despedirse, les dice: “Yo igual que ustedes odiaría trabajar en una oficina”. Los tres adoran la libertad. “Pero igual, espero no cruzármelos nunca más”.

Monday, October 09, 2006


CHE, DE ALGO HAY QUE VIVIR
Y el Che no me da de comer
FERIA FERIA FERIA
De remate.Cris

Jeans y Sweters a precios buenisimos. Pero buenisimos en serio. ¿Que la ropa subió un 40%? En el bunker privado de la editora bajó un 50%.

El martes, miércoles y jueves desde las 5 de la tarde, en el departamento de la editora pilas de jeans esperan para ser secuestrados. A cambio de unos pocos pesos, claro.

Si te interesa escribí a crisverra@gmail.com, y nos ponemos de acuerdo desde el mail o desde los comentarios del blog.
PERO OJO, ESTA VEZ SÓLO LAS NENAS ESTÁN INVITADAS
Maldita capitalista, carancho

Sunday, October 08, 2006


Semen terio
de Salchichas
Viviana: Ay, estoy tan nerviosa, esta es la prueba de fuego. Es ver como mi nene, mi varón, mi macho, se relaciona con el otro género. Espero que me de nietitos. Soy una mujer sola y él es mi única compañía. Nació a las seis de la tarde el 25 de febrero, en un día caluroso...
Bla bla bla....Diez minutos después de monólogo....
V: Porque yo soy soltera, ¿vistes?, por eso él es mi vida, mi todo. Si no lo tengo me muero ¿Y si los espiamos un poquito para ver como va la cosa?
Las dos mujeres observan cómo ambos canes raza salchicha se matan con la indiferencia
Cada uno está en un rincón de la pieza mirando la pared

V: Ohh, no se han gustado, ¡qué decepción!
María (dueña de casa): No te preocupes, están nerviosos ¿Y si me dejás el tuyo toda la noche? Así se huelen y agarran confianza. Lo único que la mía duerme el patio
V: ¿En el patio?, ¿y no pasa frío? ¡Los animales también sufren!
M: Yo la quiero pero un perro es un perro, y con esto del celo me mancha la alfombra turca
V: Está bien, pero cuídamelo eh, te dejo mi vida, mi todo, en tus manos
M: ¡Pero si no pueden escapar!, ¿qué balanceado como el tuyo?
V: No come balanceado. Salchichón sólo come salchicha. Yo siempre llevo una en la cartera, tomá. Chau Salchichón, ¡hacéle honor a tu nombre!
La noche transcurre. A la mañana, María se lleva una sorpresa
María: La, la, la, la, la, la, qué lindo día. ¡Cómo te escuché gritar anoche, Salchichón!. Gritabas, te callabas, gritabas, te callabas, hasta que gritaste y te callaste, y sí, no dabas más.
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
Una hora después, llega Viviana
V: Estoy ansiosa por los chicos. ¿Pasó algo?
M: Sentate por favor. Tengo algo que decirte
Un minuto de silencio
M: Anoche tu perro se ahogo en mi pileta. Ha fallecido
V: Jajjajaja, pero que humor querida, dale, decime la verdad, ¿como salió todo?
M: Te lo juro por dios, por la virgencita que nos mira, por el descanso en paz de Salchichón, por la salchicha de viena, vienísima, Salchichón ya aprendió a tocar el arpa
V: Jajjjjjjjjaaaaaa, pero sos terrible eh, contame cómo estuvo mi héroe
M: A ver, ¿cómo querés que te lo diga? MU RIÓ. Pero tenés que estar en paz. Quizá antes tuvieron relaciones, eso lo sabremos dentro de un tiempo, y puede que Salchichón tenga un heredero. Yo estuve pensando y no te lo voy a cobrar
V: Basta de bromas, tráeme ya a Salchichón
M: Está bien, me hartaste
María, sentada en la silla, cuenta al público: Y le llevé a salchichón en una bolsa de nylon
V: ¡Salchichooooooooooonnnnnnn!!!
Llora y lo abraza, muerto, pero él está petrificado
V: Que poco expresivo que estás, Salchichón, acá está mamá
Viviana llora desesperada durante una docena de minutos
V: ¿Para qué me engaño? ¡Has muerto! Y vos, turra de cuarta, asesina, ¿cómo no me dijiste que tenías pileta?, me cagaste la vida, me la vas a pagar
Viviana sale corriendo de la casa y olvida la bolsa con Salchichón muerto adentro
María habla al público desde la silla: Y lo enterramos, en el patio. Cada vez que llueve, el espíritu de Salchichón reaparece. Su colita petrificada se asoma desde la tierra. Es que el día que lo enterré estaba sola y no pude cavar profundo. Siempre que la colita de Salchichón sale a la luz, mi perra, Manuelita, trata de desenterrarlo, y lo desafía con un movimiento pélvico tras otro, como si el pobre de Salchichón aún viviese.
Los hechos narrados arriba son completamente reales. La autora agrega una anécdota: Tiempo después María murió ahogada en su propia pileta.

Friday, October 06, 2006


CUCHI CUCHI ASESINO
Raúl es un hombre conservador e introvertido. Nunca se casó porque su timidez lo invalidó a la hora de invitar a una chica a bailar una pieza.
Cada mañana se levanta a las 6:58, exactamente 62 minutos antes de entrar a su trabajo de oficina ubicado en pleno centro de la ciudad de Córdoba. Higieniza su cuerpo flaco con jabón blanco, desayuna y luego coloca su yogurt con frutillas en su maletín de cuerina marrón. Parte todos los días a la misma hora.
Para evitar aburrirse en el trayecto de 12 cuadras que lo separa de la oficina, ya que la mayoría de las veces no tiene nada interesante en qué pensar, Raúl ha establecido como rutina diaria el cambio de su recorrido. Nunca llega al trabajo transitando las mismas calles. Pero obviamente, porque su personalidad de otra manera no se lo hubiese permitido, sólo logra esta flexibilidad auto imponiéndose tal actividad como una rutina, una obligación o desafío diario.
La Lili generalmente duerme hasta las 10 u 11, pero esta noche sufre de insomnio, por eso está limpiando su departamento desde las 2 de la mañana mientras de fondo escucha la radio religiosa. A las 7:30 se va a acostar, da vuelta diez minutos en la cama pero sigue sin poder dormir, por eso sale a limpiar lo último que le queda pendiente: el balcón. Pero antes lleva a su perro labrador llamado Cuchi Cuchi a orinar en un pequeño rinconcito de arena. Exactamente a las 7:47, Cuchi Cuchi sube a una silla que La Lili puso a la par de la baranda para regar una planta, y da un salto mortal, cayendo como consecuencia al vacío.
Simultáneamente Raúl está caminando debajo del balcón de La Lili, 14 pisos más abajo, cuando un bulto se le acerca a su cabeza, y en una ráfaga llega a pensar: ¿y si hubiera doblado en la esquina?
El Cuchi Cuchi no muere, pero Raúl sí, porque el animal de 45 Kilos ha caído en sus hombros flacos. Su frondoso bigote ha sido arrasado. Con él, su rutinaria vida ha sucumbido fruto de la rutina de no rutina.

Thursday, October 05, 2006

Quereme así piantao
Volvimos por un ratito a Las Rutas de Polenta.
Algunas historias de viajeros limados.
“Busco acompañante femenino para dar la vuelta al mundo en un velero de 25 metros. Lujoso, todo pago. Mujer rubia, entre 20 y 40 años, culta”.
Un aviso así publicó un irlandés decidido a dar la vuelta al mundo, pero con una minina, sino, “is so boring”. Como el gringo carecía de polola, presentó la solicitada en Río de Janeiro, y miles de mujeres hicieron largas colas para ganar el gran viaje. Viento en popa, el muchacho partió con su elegida “oh brigada”, tal cuál declaró la interesada chica, a dar la vuelta al mundo. Pero ellos dos no fueron los únicos extravagantes a la hora de recorrer el planeta tierra. Los que siguen son nómades anónimos, más peligrosos que recomendables, que se han paseado por América de diversas maneras.

Las gringas aparentaban vivir en una casa donde el felpudo rosa hace juego con las cortinas. Dos amas de casa con cara de hornear sconnes cubiertos de mermelada.
Hacíamos dedo desde hacía cuatro o cinco horas, y las vimos a lo lejos. Dos muchachas de piel rosa puerco untadas con protector número cien, sombrero pajuerano, camisa manga larga abotonada hasta el final, pantalones y botas de montar, se acercaban a nosotros con sus tres caballos. Uno les servía de mula y el par restante las cargaba. Estas mujeres suecas viajaban desde hacía más de un mes a caballo. Partieron desde Río Turbio (límite con Chile, provincia de Santa Cruz) y ya se aproximaban a El Calafate. Habían recorrido 300 Km. con el mismo animal que San Martín y pretendían terminar la travesía en Bariloche, casi dos mil kilómetros más adelante. Nunca antes se habían subido a un caballo, y sin embargo les parecía lo más normal del mundo cabalgar muchas horas por día y bajo el sol. A los animales los compraron por 900 pesos cada uno. No llevaron comida para los muchachos, porque ellos ya estaban acostumbrados a la estepa y el pasto seco como alimento diario. Estas mujeres volverán a sus casas color pastel onda “Heidi”, pagarán impuestos y tendrán hijos. Cuando les cuenten que recorrieron el sur argentino a caballo, probablemente les pregunten: ¿argen qué?.

El canadiense quería partir de su país y llegar a Ushuaia. Cuando andaba por las costas nicaragüenses un grupo de piratas lo secuestró y robó sus pertenencias. No pudo sino volver a su país de origen, frustrado ante la imposibilidad de respirar el aire fresco de las costas del Beagle. El muchacho de unos 25 años decidió recomenzar hace seis meses el viaje interrumpido, se tomó un avión hasta Ushuaia y desde ahí empezó a subir hacia Nicaragua. Este rubiecito de ojos claros viaja 100% a dedo con mochila microscópica para la ocasión, y filma a cada uno de los héroes urbanos que lo levantan, para de regreso a Canadá hacer un documental.

La casa de este porteño radicado en Copacabana descansa a orillas del Titicaca, donde un inmenso ventanal le permite contemplar el lago más alto del mundo, y el más azul que conozco. Este joven de unos treinta años y pelo eternamente largo, tuvo la idea loca de viajar en rollers. Y lo hizo, claro. Paseó por nuestras sierras cordobesas en patines fluorescentes, a la par de camioneros que le gritaban “flaco puto”.

Jack es un norteamericano de rizos amarillos, cara sonriente y calzas apretadas. Inspira ternura más que rudeza de motoquero. El muchacho viajó desde Estados Unidos hasta Ushuaia en moto. Ahora debe estar regresando a su país, otra vez, en moto. A nosotros nos regaló una camarita de foto porque le ocupaba espacio.

El autodenominado “poeta caminante” recorre las rutas de Colombia escribiendo versos y vendiéndolos en los colectivos para pagar el viaje; los chicos del “grupito de música” tocan en micros para después viajar gratis en el mismo colectivo. Pero el caso más anecdótico me lo contó Pablo, un español que vive viajando y que conocí en el Alojamiento Universo en La Paz.

Cuando Pablo Ruiz (sí, se llama igual que ese Pablito Ruiz ) se paseaba por Bolivia, uno entre tantos chóferes quedó para el recuerdo. El tipo manejó vestido de superhéroe todo el viaje, y relató –micrófono de por medio- paisajes y pueblos transitados, mientras con voz impostada desarrollaba una especie de radioteatro rodante. Los bolivianos, acostumbrados a este loco lindo, dormían. “Fue un flash”, cuenta mi amigo, y agrega: “Esa noche viajé materialmente, mentalmente y artísticamente”. Piensen lo que quieran, pero la moraleja es: Muchos no pueden pasarse la vida viajando, pero hacen de cada día un gran viaje.

¿POR QUÉ NO TE VAS A CAGAR...?

La Cris se pregunta por qué. Y le pregunta a usted sus por qués.

¿Por qué los hombres no se depilan?

¿Por qué las mujeres sí se depilan?

¿Por qué los muchachos no lloran?

¿Por qué los perros tienen autorizado desnudarse y fornicar en la vía pública?

¿Por qué comemos vacas y no gatos?

¿Por qué existe la palabra infiel?

¿Por qué nunca encontraron a Ben Laden?

¿Por qué Saddam está preso y Bush no?

¿Por qué Videla vive en la esquina de la casa de un amigo mientras hay presos desde hace cinco años sin sentencia?

¿Por qué un hombre que está con un travesti es más macho que uno que está con un hombre que no se disfraza de mujer?

¿Por qué cuando los albañiles se agachan siempre se les ve la raya?

¿Por qué estamos tan seguros que nuestro Dios es el Dios si otros están igual de seguros que su Dios es Dios?

¿Por qué festejamos el día de la raza?

¿Por qué vamos a reelegir a Kirchner?

¿Por qué a muchas mujeres con la regla les viene la diarrea?

¿Por qué los hombres no quedan embarazados?

¿Por qué las mujeres hablamos más que los hombres?

¿Por qué Polino gana más plata que yo?

¿Por qué hay gente con alma de negro y gente con alma de blanco?

¿Por qué dicen que las flacas son más lindas que las gorditas?

¿Por qué dicen que los pobres son vagos?

¿Por qué hacen castings para ambos sexos, sabiendo que nace un hermafrodita cada mil nacimientos?

¿Por qué eructar es una falta de respeto?

¿Por qué cuando estamos tristes nos medicamos?

¿Por qué alcoholizarse es normal y fumarse uno es para drogadictos?

¿Por qué fueron famosas las Spice Girls y no Queridos Marcianos?

¿Por qué los niños se mean encima y nosotros no podemos?

¿Por qué nos casamos?

¿Por qué cuando era chica me decían que era un pecado no ir a misa?

¿Por qué los padres les pueden dar un bofe a los hijos?

¿Por qué los grandes siempre tienen la razón?

¿Por qué en la facultad no se pueden decir malas palabras?

¿Por qué a veces lo extraño a Mariano?

¿Por qué no viajamos?

Tuesday, October 03, 2006

Minas de Potosí: Qué mala suerte ser pobre
A continuación un texo largo, lo sé, pero con la información necesaria para conocer la cruel explotación que sufren los mineros de Potosí en Bolivia. Algunos datos han sido recogidos de Las Venas Abiertas de Latinoamerica, de Eduardo Galeano, aunque la mayoría han sido recavados en una visita que hice a las minas hace dos años.
El túnel negro (¿quién dijo que al final había una luz?)
Es un pozo. Si caes, a nadie le interesa levantarte. Si gritas, no quieren escucharte. Si llorás, a tus lágrimas se las tragará la tierra. ¿Si morís?. Los hoyos (ardientes) creman pausadamente; primero el alma, luego, el cuerpo. Cada día, los hombres caen de a miles en agujeros grises diseminados. Viejos, jóvenes y niños, tropiezan. Entran. Es un pozo. La temperatura delira, el sol queda fuera, la asfixia te secuestra, la sed desespera, el hambre anuda tu estomago, el cuerpo llora sudor, la boca se vuelve pastosa, tu piel, áspera, y la labor aniquila, en una muerte lenta, pero segura. Es un pozo. No caés, te arrojan deliberadamente. El martillo sostenido entre tus dedos amarronados y escuálidos, hiere las paredes que escupen su sangre, riqueza de unos pocos. Unos la gozan; a otros, los destroza. Es un pozo. Y el infierno late bajo la tierra.

La ciudad de Potosí existe a causa de las minas descubiertas a mediados de 1500. Hasta entonces era sólo un territorio montañoso, seco y frío. Pero esas montañas...El Cerro Rico fue admirado por el último rey inca, Huayna Capac, quién advirtió que allí abundaba metal plateado. Cuando se dispuso a retirarlo para construir una imagen de plata de cada uno de sus dioses, un estruendo cayó sobre la punta del cerro. El rey lo creyó sagrado y ordenó jamás de los jamases tocarlo. Con el tiempo, el indio mitayo Diego Hualpa encontró el valioso mineral y decidió contarle el caso a un compadre para que juntos retirasen la plata, pero el compadre lo traicionó y acusó ante los españoles, que, ni lentos ni perezosos, asesinaron al indio Hualpa y explotaron al cerro. Durante 300 años Potosí otorgó inmensas cantidades de plata. Las monedas eran enviadas a los Reyes Católicos quienes, inmediatamente, las redistribuían entre otros países para saldar sus deudas.

Quienes trabajaron en las minas fueron los indios mitayos. Los españoles les prometían una moneda real por cada luna, que sería pagada al cabo de noventa días. Pero los colonizadores registraban los retiros de los indios, comida y herramientas, y les colocaban sobreprecios. A la hora de cobrar, el mitayo siempre debía. Cuando advirtieron el engaño, las huidas comenzaron a ser masivas. Los españoles taparon el ingreso a la mina, dejando a los indios atrapados dentro. Sólo había un pequeño orificio por donde entraba la comida y salía la plata, claro. Así murieron de a miles, pues debían soportar las inhumanas condiciones de vida dentro de una mina. Por orden de la Corona Real, una vez acabada la plata de una mina el español debía indemnizar al minero. Cuando el mineral se agotó, para evitar pagar los resarcimientos económicos, los españoles tapiaron el pequeño orificio por donde entraba la comida y dejaron a los mitayos encerrados dentro, sin alimentos, total, ya no había más riquezas. Murieron de hambre y tras los derrumbes que provocaron intencionalmente los que le siguieron al descubridor genovés.

En 1825 Bolivia se independizó y fue por esos años cuando retiraron los huesos de las minas. Llegaron a sacar 10 toneladas por día. Dicen que con la inmensa cantidad de mineral que partió de Potosí a España, podría haberse construido un puente de plata desde la punta del cerro hasta la entrada del Palacio Real al otro lado del océano. Y tres más, de puro hueso.

Los indios de América sumaban setenta millones cuando los conquistadores los descubrieron. Ciento cincuenta años después del mítico 1492, sólo quedaban vivos tres millones y medio. En el Cerro Rico no corrieron mejor suerte. Ocho millones de vidas fueron licuadas en trescientos años.

Lo Rico sabe amargo

Cerro Rico, paisaje extraño, opaco. Árido y triste, como se vive la tristeza en las minas. Rodeado de vías, por donde corren los carros llenos de riqueza que se escapa de las manos. Cerro Rico, el sol recalcitra en la piel. Los árboles no crecen donde las minas. El agua tampoco corre. Poco le queda de hermoso.

Allí hoy laten setenta minas, miles de túneles. Cada día diez mil personas extraen doscientas mil toneladas de mineral. Esas paredes oscuras que antes ofrendaron plata pura, hoy regalan complejo, una mezcla de plata, plomo, zinc y estaño. Complejo que una vez retirado en bruto es vendido a los Ingenios Mineros, empresas privadas (y extranjeras) que se encargan de procesarlo.

Entre diez y trece toneladas de mineral cuestan 1700 bolivianos, que es igual a 650 pesos argentinos o a 220 dólares. Los ingenios separan el mineral que sirve del que no. Generalmente, la mitad de esas trece toneladas es utilizada y la otra mitad desechada. Las trece toneladas, que los mineros vendieron a los ingenios en 220 dólares, luego son exportadas a 15 mil dólares.

El promedio de vida es aterrador. El perforador vive unos veinte años luego de entrar a la mina. Su labor es la que más consecuencias conlleva: derrumbe a causa de la dinamita (muerte por aplastamiento) y cáncer en los pulmones a causa del asbesto (gas tóxico que se desprende de las paredes). Un minero común que trabaja desde los 13 años vive aproximadamente hasta los 40.

Las únicas minas de Bolivia administradas por cooperativas son las de Potosí. Esto significa que no están en manos de una empresa privada, sino de un conjunto de socios que adquieren túneles. Los socios contratan empleados, pero ellos también están en la mina ejerciendo la dura labor.
Quienes ganan verdaderamente con este negocio son los Ingenios Mineros, empresas en su mayoría extranjeras y obviamente privadas, en las que el ex Presidente de Bolivia, “El Goni”, como le dicen a Sánchez de Lozada, tendría importantes acciones. La cosa es que las condiciones de trabajo en la mina son igual de precarias que hace 500 años, y los mineros son esclavos, o casi, esclavos. ¿Cómo se puede elegir cuando el destino es la muerte o la mina?. Un minero gana entre cuarenta y ochenta bolivianos por día, dependiendo de cuanto mineral haya retirado. Gana entre 16 pesos y 32 pesos. Gana entre 5 y 10 dólares. En un mal día, un minero gana cuarenta centavos de dólar la hora.

Historias MÁXIMAS

Su tez cobriza y áspera, los ojos rasgados, negros, el pelo azabache, la boca estirada y amplia, el polvo que le mancha la cara, la hipotonía de su voz. Las gotas de sudor se deslizan por su rostro aborigen. La respiración asmática cada vez que inhala el aire impuro de la mina. Su uniforme de minero, sus botas amarillas, que él mismo, con un día de trabajo, compró. Su aspecto de hombre grande.

Los chicos potosinos, a los trece o catorce años, dejan el colegio y parten a trabajar. La mina es la única posibilidad laboral visible para alimentarse y ayudar a sus familias. Es el caso de Javier, de 16 años, quién desde hace dos trabaja en el Cerro Rico.

Para llegar donde este joven trabaja, fue preciso caminar durante media hora dentro de la mina. A medida que descendíamos, la temperatura crecía. Bajamos por una precaria escalera. Perdí a mis compañeros. Atravesé un túnel angostísimo. En ese momento parecía que un movimiento en falso podía causar un derrumbe. ¿Paranoia emocional?, ¿quién te escucha ahí dentro si gritás?. Medio agachada y temiendo no poder llegar (¿a dónde?), me topé con un hueco. Casi en penumbras, exceptuando por la luz de la linterna de su casco, en un sitio de menos de un metro de ancho y otro de alto, Javier golpeaba paredes. Un cuerpo adulto no entra en ese lugar, quizá por eso envían a los niños. En medio de la oscuridad y de su soledad, del olor a mina y del ruido a hierro, Javier me relató su rutina.

Cada día, a las siete de la mañana, abandona su casa de calle Montevideo. Una hora después ancla sus patitas morenas en su trabajo de minero. Antes habrá recorrido el adoquín de la helada Potosí, y ascendido por sobre la tierra seca. Luego más de media hora de caminata entre los pasillos furiosos. Por fin, la oficina. Javier trabaja sofocado y a oscuras. Sin baño, ni bebida, ni comida. Bolo de coca para engañar el hambre y mantenerse despierto, alcohol y cigarrillos. Durante doce horas permanece bajo tierra martillando.

El sonido de los mazazos reverbera en las paredes de la mina. El olor a hierro oxidado se te impregna durante todo el día. Para Javier, estos son sólo detalles de una rutina a la que se ha acostumbrado. Su trabajo consiste en perforar manualmente las paredes, de las cuales se desprende un gas tóxico llamado asbesto. “La muerte en la mina se llama mal de mina”, me explica. Cáncer de pulmón.

Javier tiene por patrón a Santiago, un muchacho de 23 que trabaja desde sus trece años. Santiago ha comprado un túnel y se encarga de explotarlo. Parece mayor. Tres de los cuatro empleados de Santiago faltaron, con aviso y sin sueldo. El día anterior ha sido el de la comadre, exceso de chicha y singani (bebida de alta graduación alcohólica). El único peón trabajando es Javier. Sólo, completamente, si quiere ir a un baño no hay, si quiere comer no hay, si quiere beber no hay, si quiere llorar no hay. Pasa hoy, cerca de Argentina, en Potosí, en Bolivia, en Latinoamérica. Un chico sometido a 12 horas de trabajo diario en un hueco en que no entra siquiera parado, aislado, sudado, con hambre y sed, sin fuerzas ni lugar para estirar sus brazos, extrayendo el mineral del que se desprende el gas que lo va a matar. El futuro de Javier no existe, está minado. Es sólo un constante presente de agotamiento y vil explotación. Las bellas iglesias de Potosí que ostentan su arquitectura colonial ante turistas sedientos de fachada NO SON POTOSÍ. Javier es un esclavo. Y mirá vos, aunque duela, Javier es Potosí.
Trabajadores de FIERO



A mi también me piropean, dijo la señora de la foto mientras pidió reserva de identidad, "por los nietos que son muy celosos".
Rosa tiene 75 años. Treinta días atrás caminaba orgullosa por las entorpecidas veredas de Nueva Córdoba. Cada mañana su cabellera blanca y todo su ser eran alabados como cuando tenía 20 castos años. En su rutinario trayecto departamento-almacén, de sólo tres cuadras, recibía 5 piropos fijos, a veces 6. Ella los memorizaba y cuando llegaba a su telaarañado monoambiente ubicado en un subsuelo, anotaba cada palabra en una hoja amarillenta de lo otrora. Pero hace un mes cumplió 76.
Desde ese fatídico 1 de septiembre de 2006, no recibe un sólo piropo. Ayer un morocho le gritó "vieja fea" y ante ayer "volvé al ataud, muerta". Antes en sólo tres cuadras, a dos construcciones cada cien metros, le gritaban seis preciosuras de frases. "Hola, bebé, estás más buena que las de 18", "lindas eran las de antes", "yo las prefiero maduras", o "vení que te la pong..." eran algunas de las poesías de barrio que escuchaba.

Indignados ante la denuncia a este medio por parte de Rosa iniciamos una investigación. ¿Y que descubrimos?

Las muchachas hoy caminan por una especie de pasarela de barrio, pero con espectadores dignos de un clásico Talleres-Belgrano. Detrás de este acoso diario hay un plan de Estado. Los piropeadores son ni más ni menos que trabajadores del ego. Últimamente secretarias y oficinistas estaban muy deprimidas por no poder responder a las exigencias de una sociedad que pretende una mujer bella, inteligente, exitosa y...sobre todo bella. Los consultorios psicológicos no daban a basto, y el personal femenino contratado por el Estado había reducido su efectividad en un 80%. Considerando que la mitad de las trabajadoras públicas son mujeres, el plan de gobierno comenzó a engendrarse. El presidente esta vez no atribuyó ni al último golpe ni a la Iglesia Católica ni a los periodistas (que tanto lo queremos, Presidente) las causas de esta depresión colectiva femenina.

Según una reservada fuente de la construcción, los albañiles son "acariciadores de la autoestima". Por cada piropo que emiten se les acredita un punto en un pequeño chip colocado en la pala, y así a fin de mes cobran un porcentaje adicional a su sueldo fijo. Es evidente: hay oscuros negocios entre las altas esferas de la construcción y los médicos cientificistas anti psicología que se han aliado al Gobierno de la Nación, porque desde que se instauró (hace dos años) este mecanismo de caricias, se han reducido las consultas en las oficinas para locos. "Nos cagaron el negocio estos neg... de mierd", declaró en riguroso off de record la titular de una importante organización para enfermos mentales. Las chicas, mientras, se enojan si las saludan con piropos como "te la meteri... hasta el techo" (y el techo es el cielo), pero se sienten escrachos si no las piropean. Dualidades femeninas.

Pero he aquí el problema de Rosa: en un error imperdonable, se decidió que fueran susceptibles de ser piropeadas las mujeres de 14 a 75 años. Rosa sufre porque el Estado se olvidó de ella. Ahora además de cobrar doscientos pesos por mes ya no recibe caricias emocionales. La vieja fea despotricó contra Nuestro Querido Presidente (sabemos que usted no es responsable del plan macabro, sino la vieja política, gente como Lavagna, por ejemplo, economistas que piensan en números y no en sentimientos, como usted, que tiene un gran corazón y que no sacará la publicidad a este medio). Decíamos que la vieja mala dijo: "Para que piropeen al fiero ese habría que asegurarle un puesto en el gobierno al albañil que tenga tanto estómago, un puesto como el que consiguió D Elía, no es tan difícil, che, basta no laburar y ser un currero ".

Quienes sufran por no responder a los parámetros de la moda, serán acariciadas hasta los 75 años por benévolos obreros del ego. Para vivir, hoy y siempre, en Un Mundo Feliz.